
El ataque militar lanzado por Estados Unidos contra instalaciones nucleares clave en Irán —con apoyo tácito de Israel— ha reconfigurado de forma inmediata el panorama energético global. En la madrugada del sábado, fuerzas estadounidenses bombardearon las plantas de Fordow, Natanz e Isfahán, desatando una cadena de reacciones en los mercados internacionales que ya se reflejan en los surtidores de gasolina.
Desde entonces, el precio del barril de petróleo Brent ha subido un 11%, mientras que el WTI, referencia en EEUU, se disparó más del 20% en lo que va de junio. Analistas energéticos advierten que si la escalada continúa y el estrecho de Ormuz —por donde fluye el 20% del crudo mundial— se cierra, el precio de la gasolina podría superar los 5 dólares por galón en EEUU y arrastrar a Europa y otras regiones en un ciclo inflacionario energético.
El efecto Ormuz: el “cuello de botella” del crudo
El Estrecho de Ormuz, de apenas 30 km de ancho, es la arteria energética del mundo. Por él transita el petróleo de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irak y Kuwait, lo que representa cerca de un tercio del comercio mundial de crudo.
Ante la intervención estadounidense, el Parlamento iraní ya aprobó preliminarmente una propuesta para cerrar el estrecho, una decisión que solo necesita el visto bueno del Consejo Supremo de Seguridad Nacional. Según el general Esmaeil Kousari, se implementará “cuando sea necesario”.
Este escenario ha hecho saltar las alarmas de economistas y expertos en geopolítica: una interrupción, incluso parcial, provocaría una contracción inmediata de la oferta global, encareciendo no solo la gasolina, sino también el diésel, el gas natural y los costes de producción y transporte en cadena.
“Si el conflicto se prolonga o se agrava, no sería descabellado ver al barril dispararse a 120 o incluso 150 dólares”, advertía Antonio Castelo, analista de iBroker, a El Periódico.

Qué impacto tendrá el conflicto entre Irán, EEUU e Israel en el precio del combustible / EFE
Escalada bélica y sanciones: ingredientes para la tormenta perfecta
Además de los bombardeos, Washington anunció nuevas sanciones contra entidades ligadas a Irán y al grupo hutí Ansarallah, con el fin de asfixiar sus fuentes de financiación energética. Aunque estas medidas buscan aislar financieramente a Irán, también reducen el flujo legal de petróleo en la región, generando más presión sobre los precios.
Greg Kennedy, del King’s College London, sostiene que “la incertidumbre puede llevar al acaparamiento de crudo y distorsionar aún más el mercado”. Por su parte, Ramanan Krishnamoorti, de la Universidad de Houston, advierte que un conflicto prolongado podría llevar el precio del barril hasta 120 dólares, lo que sería “catastrófico para los consumidores globales”.
Impacto global: Europa, Asia y América Latina también tiemblan
Aunque países como España no importan crudo directamente de Irán, el mercado energético es global. El aumento del Brent afectará por igual a economías europeas, latinoamericanas y asiáticas. En América Latina, podrían aumentar los subsidios temporales; en Europa, el transporte y la electricidad ya enfrentan presiones inflacionarias; y en Asia, potencias como India y Japón, altamente dependientes del petróleo del Golfo, podrían entrar en crisis de abastecimiento.
En un contexto de elevada sensibilidad geopolítica y energética, el precio de la gasolina se convertirá en el termómetro más inmediato de la crisis. Si Irán cumple su amenaza y el conflicto se prolonga, el impacto será visible en las estaciones de servicio, los supermercados y la factura energética de millones de hogares.