
“El nuevo villano de la OTAN: España”, así se despacha la influyente publicación digital Politico.eu sobre la cumbre de la OTAN. Su negativa a destinar el 5% del PIB al gasto en defensa “ha convertido a Madrid en el nuevo paria de la alianza”. El artículo recuerda que Trump ha declarado que EEUU no cumplirá el aumento de gasto que sí ha exigido a sus aliados de la OTAN.
Sabemos que Trump se ha sacado ese 5% de la chistera para escenificar su poder en la OTAN. Sabemos que el servilismo de los países al aceptarla tiene mucho de actuación. También sabemos -o intuimos- que detrás de la postura de Sánchez existe la necesidad de no espantar a sus socios de legislatura y desviar el foco de la corrupción. Puede que sea un “paria” en la OTAN (como él mismo teatralizó en la cumbre), quizá también en una UE dominada por los conservadores. ¿Y entre la ciudadanía? ¿Y entre todos los que asisten pasmados a la babosa adulación del jefe de la OTAN a Trump?
Trump amenaza a España con doblarle los aranceles, aunque no está claro que pueda cumplir su amenaza. Sánchez está buscando juego. Si su imagen en España anda deslucida, ¿por qué no reflejarse en el brillo exterior? Algo así como el líder de la resistencia… ¿Exagerado? Por supuesto. Tan vergonzosamente hiperbólico como este momento político.
Trump encarna el instante. En una coctelera parece haber incorporado las lecciones propagandísticas de Goebbels, la manipulación de Edward Bernays y el agitprop de Steve Bannon (antes de Lenin), todo ello chispeado por la charlatanería de un gurú para emprendedores, la extravagancia de un soberano caprichoso y el desprecio a la verdad.
En la era de la IA, ¿a quién le importa la conciencia? Un autoritario, sí, pero sin ideología que ofrecer a la ciudadanía. Tan solo el espectáculo de su desvergüenza. Patada a la ciencia, al pensamiento, a los derechos humanos, a las leyes… ‘Soy fuerte, seguidme. Riámonos de la fastidiosa superioridad moral de la izquierda y bailemos sobre la tumba de la civilización’.
¿Qué ha sido primero: el cóctel o Trump? Culto a la personalidad, infantilización de la política, arrogancia individualista de la sociedad, desprecio por las instituciones y derrumbe ideológico. Hace años que estamos preparándonos para esto. Y nadie está exento de culpa. Ahí está Ione Belarra, en pleno ataque de Trump a España por no asumir el 5%, acusando al gobierno de traición ¡por haber firmado el 5%! Se extiende la gesticulación extrema y la deshonestidad.
Todo sirve para abatir a la oposición (aunque esta sea una supuesta aliada ideológica). Los liderazgos siempre son fruto de un momento. En el PP, es probable que Ayuso sea la mejor moviéndose en estas aguas. ¿Y en el PSOE? Un villano no solo significa ruin, también es un habitante del pueblo llano. Sánchez parece dispuesto a jugar: ‘Seguidme, sigo indestructible, yo sé moverme en esta pista de baile y sabré defenderos’… ¿Y ya está? ¿Todo queda reducido al tacticismo? En el fondo, la gran cuestión: la necesidad de repensar ¿refundar? la izquierda en la era de la IA.
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