
Llegó Infantino al Rose Bowl entre vítores. Sorprende que un dirigente (al instante aparecieron Cerezo y Gil Marín por el mismo pasillo de autoridades) se lleve tantos aplausos pero pocas cosas no lo hacen si ves en directo un partido en Estados Unidos. Desde la presencia de multitud de camisetas de otros equipos (como Barça o Madrid) a los rituales alimenticios de quienes se aprietan una hamburguesa a las 11 de la mañana. Y bien regada de alcohol, claro, que aquí no han llegado las prohibiciones que vivimos en España.
Sorprende, decimos, la mezcla de colores. Y la forma de vivirlo, claro. Y los hábitos y costumbres de todo lo que sucede cerca de un partido de Soccer. Cierto que el ambiente tiene colorido gracias a las comunidades como la mexicana, pero es como vivir un acontecimiento que nada tiene que ver con un partido en nuestro país.
Llamativo también que un estadio con casi 100.000 espectadores no tenga una sola sombra. Cuando se juega a las 12.00 de la mañana y atizan 32 grados se habría agradecido disponer de un lugar en el que refugiarse. También, al que salir huyendo cuando empezaron a hacer esa ola que tampoco tiene de fútbol, pero bueno, para ellos es una fiesta y así lo vivieron durante los 90 minutos.
El micrófono de la M roja … y los sueños
Todo ello, claro, grabado con el micrófono de MARCA. No fueron pocos los que se acercaban al verlo para preguntar si el Atlético ya había llegado o quién jugaría. Incluso, para ‘vender’ a un chaval que empieza a jugar y que nos enseñó un vídeo de cómo pegaba al esférico. “Me encantaría jugar en Europa algún día”… Y a nosotros contarlo.