
El ataque lanzado hace una semana por Israel sobre Irán se ha convertido ya en una guerra abierta entre ambos países que amenaza con extenderse por la región y en la que podría implicarse de forma inminente Estados Unidos en apoyo de Benjamin Netanyahu. La tensión en Oriente Medio ha terminado por estallar y su alcance es imprevisible, tanto para el conjunto de la comunidad internacional como para la economía. Si bien el petróleo es el gran protagonista y la materia prima que acapara titulares, el gas natural se ha disparado incluso a mayor ritmo. Desde que el martes pasado empezaran a circular informaciones sobre el riesgo de ataque, el precio del gas TTF negociado en Países Bajos, referencia en Europa, ha subido el 20%, hasta superar este jueves los 41 euros, con un alza en la sesión de más del 7%. En este mismo periodo el petróleo West Texas y el Brent han subido en torno al 17%.

La amenaza lanzada este jueves por Irán de cerrar el estrecho de Ormuz pone en jaque el tráfico del 20% de la producción mundial de gas natural licuado y tiene ya en guardia a los cargueros que navegan por la zona. Y precisamente el mercado europeo depende en gran medida del suministro por vía marítima, sustituto del gas ruso. Tras la invasión de Ucrania en 2022, Europa necesita importar gas durante todo el año para disponer de reservas al completo de cara al siguiente invierno. Actualmente, según Bloomberg, en Alemania están al 46% de su capacidad, el nivel más bajo a estas alturas de año desde antes de la invasión. A pesar de la apuesta europea por las energías renovables, el gas natural sigue siendo una pieza fundamental en el mix energético a través de las centrales eléctricas de ciclo combinado, ahora más activas en España después del apagón de febrero. El intercambio de misiles puede notarse en la factura de la luz.
En plena escalada de ataques y amenazas, Irán e Israel han cruzado líneas rojas que hacen temer por una escalada imprevisible del conflicto. Mientras Donald Trump amenaza con involucrarse en el conflicto, medios semioficiales de Teherán ya han deslizado el cierre del estrecho de Ormuz como una posibilidad sobre la mesa. Un escenario rupturista que desestabilizaría todo el tablero y que, de momento, no recogen los precios del petróleo y el gas, pero que gana probabilidades a medida que el conflicto escala.
El estrecho de Ormuz es un cuello de botella que, en su parte más estrecha, solo es navegable por un estrecho canal de menos de cinco kilómetros de ancho, e Irán controla este paso estratégico desde el norte. “La producción de gas de Irán está cerca del 6% de la producción global, aunque la mayoría se destina a consumo propio, exportando algo menos del 10% de su producción, lo que en términos globales no es muy relevante”, explica Pablo Fernández de Mosteyrín, analista de Renta 4. Teherán no tiene la infraestructura necesaria para la exportación por mar, pero su vecino de enfrente, Catar, sí tiene un papel determinante y es uno de los mayores exportadores de gas natural del mundo.
Desde ING advierten que cualquier interrupción en el transporte a través del estrecho de Ormuz tendría un impacto significativo en el mercado mundial del gas natural licuado, pues por esa vía circulan en torno al 20% del comercio mundial. “Catar utiliza esta ruta para exportarlo. Lamentablemente, no existe una ruta alternativa. Esto provocaría una gran escasez en el mercado mundial del gas natural licuado, lo que haría que los precios del gas en Europa subieran considerablemente”, explican en el banco holandés. Catar se ha convertido de hecho en un proveedor estratégico de gas para Europa. A finales de 2022 firmó con Alemania un acuerdo para el suministro de gas natural licuado por un plazo de 15 años. La zona es además un enclave estratégico en términos de reservas mundiales de gas natural. “Entre Irán (18%), Catar (13%), Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irak y Kuwait acumulan cerca del 40% de las reservas mundiales”, añaden en Renta 4.
Por lo pronto, en Goldman Sachs han elevado su previsión de precios para el gas natural este año y el próximo y apunta que, en caso de cierre del estrecho de Ormuz, su precio casi se podría duplicar desde los niveles actuales. En la jornada de hoy, el futuro sobre el gas natural que se negocia en el mercado holandés —conocido como TTF y principal referente de precios en Europa— sube más del 7%, en su mayor avance de los últimos días, hasta el entorno de los 41 euros por megavatio/hora. Está aún lejos de los casi 60 euros del máximo del año, alcanzado en febrero, y a años luz de los más de 300 a los que se desbocó al inicio de la guerra en Ucrania. Pese a estar en zona de mínimos, su precio se ha disparado casi el 20% en la última semana y empieza a recoger la amenaza del cierre de Ormuz y las dificultades que ya empiezan a encontrarse los cargueros que operan en el Golfo Pérsico.
Catar ha pedido este jueves a los buques cisterna que esperen fuera del estrecho hasta que estén listos para cargar, mientras que la naviera japonesa Nippon Yusen KK ha dado instrucciones a sus naves de permanecer a distancia de la costa mientras navegan por aguas iraníes, según informa Bloomberg. Un puñado de buques ya han dado media vuelta o se está retrasando antes de entrar en el estrecho de Ormuz. Para algunas compañías, como la nipona Jera, el mayor importador de gas natural licuado y generador de energía de Japón, ese paso es vital para el 10% de sus suministros.
La producción de gas que atraviesa Ormuz también es crucial para el suministro energético de Asia, incluida China, lo que supone un importante elemento de presión sobre Irán para evitar su cierre. “Irán siempre ha amenazado con el cierre de Ormuz, pero nunca ha llegado a hacerlo”, añade Fernández de Mosteyrín, que no contempla el bloqueo de ese paso estratégico, que también supondría una pérdida de ingresos clave para Irán.
François Rimeu, estratega senior de Crédit Mutuel Asset Management, coincide en que el cierre del estrecho de Ormuz constituye hoy el principal riesgo, pero no parece probable. “Se trata de una opción peligrosa para Irán. Por un lado, porque impediría a Irán exportar petróleo a su principal socio, China, y no parece el momento adecuado para entrar en conflicto con ellos. Por otro, porque el cierre del estrecho desencadenaría una reacción inmediata de Estados Unidos, un riesgo que Irán no puede permitirse hoy en día”.
Norbert Rücker, director de Investigación Económica de Julius Baer, señala que hasta el momento, los ataques a la infraestructura energética se han dirigido principalmente al uso doméstico, como refinerías o plantas de almacenamiento en ambos bandos. “Supuestamente, la producción de gas natural de Irán también se ha visto afectada, pero el país carece de relevancia para el comercio mundial de gas, a diferencia del petróleo. La producción de gas iraní del gigantesco yacimiento que comparte con Qatar se destina principalmente al consumo interno”, añade. En su opinión, el repunte del precio del gas en Europa sería temporal, con precios que incluso tenderían a estar en torno a los 30 euros.