
En un juicio marcado por la discreción del secundario–muy cerca de su tribunal, en el mismo bajo Manhattan, se celebra la vista oral contra Sean Diddy Combs, más de moda y titulares de rompe y rasga–, el caso Weinstein es un ejemplo de lo que se conoce como justicia salomónica.
El jurado, del que como en pocas ocasiones han salido a la luz los malos rollos entre sus integrantes, incluidas amenazas cruzadas, ha tomado una decisión que contenta o disgusta a todos. Unos puede ver la cara del éxito y otros las grietas en el movimiento #MeToo que le hizo caer de la atalaya del poder.
En la repetición de la vista oral, tras ser anulada la sentencia dictada en el 2020, Harvey Weinstein, de 73 años, ha sido declarado este miércoles culpable por una imputación de asalto sexual. Pero el hoy ex todopoderoso empresario del espectáculo, en cine o televisión, ha salido exculpado de otro cargo idéntico, mientras que en un tercero aún no había decisión.
El juez Curtis Farber los ha mandado a casa a los doce miembros del jurado y este jueves deben volver a deliberar para intentar desencallar el asunto que queda pendiente, aunque ya advirtieron al magistrado que no lograban ponerse de acuerdo.

Kaja Sokola, centro, la abogada Lindsay Goldbrum, derecha, y la abogada Megan Goddard, izquierda, hablan durante una conferencia de prensa frente al tribunal penal de Manhattan en Nueva York.
La lectura parece clara sobre este veredicto mixto. El jurado da credibilidad al testimonio de una acusadora y víctima, Miriam Haley, que ya compareció en el juicio original, en el que Weinstein recibió una pena de más de dos décadas. Cumple otra de 16 años dictada en Los Angeles.
Los miembros del jurado se pelean entre ellos, con gritos y amenazas: “Te veré algún día afuera”
Esas doce personas justas ( siete mujeres y cinco hombres) no se creen, sin embargo, la declaración de Kaja Sokola, para la que era la primera vez que aparecía en el estrado. Ha sostenido que el magnate la agredió sexualmente cuando tenía 16 años.
Jessica Mann también estuvo en el juicio del 2020. En este caso Weinstein enfrenta una acusación de violación y es el que ha bloqueado al jurado, que se ha convertido en protagonista.
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Poco antes de desvelarse el veredicto, la sala del tribunal ha tenido conocimiento que los miembros de ese jurado se habían estado gritando y chillando entre ellos. Como en una pelea de taberna, uno le dijo a otro: “Te veré algún día afuera”. El portavoz ha escrito una nota este miércoles al juez para explicarle la escalada de tensiones. Desde que empezó la deliberación el pasado jueves, el magistrado ha recibido varias notas y uno de los miembros le ha suplicado que lo relevara, cosa que no aceptó.
El propio Weinstein se ha ditrigido al magistrado poco antes de la resolución. “Mi vida es la que está en juego. No estoy teniendo un juicio justo, me estás poniendo en peligro”, ha sostenido el acusado.
Su abogado defensor, Arthur Aidala, ha informado a la sala que estaba muy disgustado con todo lo que sucedía. El letrado ha pedido varias veces que el juicio se declare nulo ante los problemas expresados por los miembros del jurado por considerar que había presiones en sus discusiones. El juez no ha visto motivo para esa petición.
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Todo ha cambiado entre aquel primer juicio y este otro. Entonces, Weinstein era la cara más poderosa del impacto del #MeToo, que precisamente tuvo impacto a partir de las mujeres que en el 2017 se atrevieron a explicar al The New York Times y The New Yorker los abusos presuntamente cometidos por Weinstein a cambio de recibir ofertas de trabajo. Pero el clima ha cambiado y la nueva masculinidad que representan Donald Trump o Elon Musk aporta la narrativa de que se ha ido muy lejos en las acusaciones a los hombres.